Todos tenemos esos momentos en los que se pierde la concentración: estás mirando fijamente la pantalla, releyendo la misma frase o haciendo malabarismos con las tareas pero sin avanzar en ninguna de ellas. A neurocientífico compartió recientemente un hábito sorprendentemente sencillo para volver a centrarte: echarte agua fría en la cara.
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Por qué funciona el agua fría
El agua fría desencadena lo que se denomina reflejo de inmersión de los mamíferos – una respuesta biológica incorporada que se activa cuando el frío golpea la piel. Este reflejo ralentiza tu ritmo cardiaco, calma tu sistema nervioso y mejora la eficiencia del oxígeno. Juntos, estos cambios crean una sensación de calma alerta que prepara tu cerebro para una mayor concentración.
En otras palabras, ese chapuzón helado es más que refrescante: es un botón de reinicio neurológico.
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Cómo utilizar este hábito para volver a centrarte
- Date un chapuzón rápido en el lavabo: Cuando tu concentración se desvanezca, aléjate y enjuágate la cara con agua fría durante unos segundos.
- Truco de la compresa fría: Guarda una toallita en la nevera y presiónala suavemente sobre las mejillas o la frente.
- Versión portátil: Si estás fuera de casa, una botella de agua fría contra la piel puede imitar el efecto.
Combínalo con otros minirreajustes
El agua fría puede ser tu “botón de reinicio”, pero funciona aún mejor cuando se combina con otros rituales breves:
- Respiración profunda – Después del chapuzón, inhala y exhala lentamente tres veces.
- Cambia de aires – Sal un momento a tomar el aire.
- Reajuste de una sola tarea – Decide en qué tarea te centrarás a continuación antes de volver al trabajo.
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Una visión más amplia
Crear un hábito para volver a centrarte no es sólo cuestión de fuerza de voluntad. Se trata de encontrar formas sencillas, respaldadas por la ciencia, de volver a centrarte cuando tu cerebro se desvía. El agua fría es una herramienta que cualquiera puede utilizar -gratuita, rápida y eficaz- para volver al momento y abordar lo que más importa.
Así que la próxima vez que tu productividad empiece a decaer, sáltate el scroll interminable o la cafeína extra. En lugar de eso, dirígete al lavabo, échate agua fría en la cara y dale a tu cerebro el refresco que está deseando.