Si alguna vez has buscado consuelo en un cartón de helado tras una mala ruptura o has planeado una celebración de cumpleaños en torno a tarta, helado y pequeños caprichos, estás familiarizado con la asociación entre las emociones y la alimentación, a menudo denominada alimentación emocional. Pero, ¿qué es la alimentación emocional?
Sin embargo, cuando comer emocionalmente se convierte en un hábito habitual que se siente fuera de control, puede ser problemático para tu salud mental y física, y puede conducir a comer en exceso, a un aumento de peso involuntario y a más estrés.
Si te preocupan los hábitos alimentarios emocionales, estás en el lugar adecuado. Hemos esbozado las posibles causas de la alimentación emocional y 5 cosas que puedes hacer para volver a encarrilar tu alimentación.
¿Qué es la alimentación emocional?
La alimentación emocional se refiere al consumo de alimentos en respuesta a sentimientos más que al hambre física. Suele desencadenarse por emociones como el estrés, el aburrimiento, la tristeza, la soledad o incluso la alegría.
A diferencia de comer para saciar el hambre, la alimentación emocional se utiliza como mecanismo de afrontamiento de las emociones negativas o positivas, lo que puede llevar a comer en exceso y, a veces, un aumento de peso no deseado. Este comportamiento puede crear un ciclo en el que comer emocionalmente te lleva a tener sentimientos negativos sobre ti mismo, provocando más comer emocionalmente.
Causas de la alimentación emocional
La alimentación emocional es compleja y personal. A menudo es el resultado de los siguientes factores:
- Psicológicamente, muchas personas recurren a la comida para gestionar emociones negativas como el estrés, la ansiedad, la depresión o la soledad, buscando consuelo y distracción de los problemas.
- Los factores ambientales influyen, como el fácil acceso a alimentos ricos en calorías y apetitosos, que pueden hacer que resulte tentador comer por razones distintas del hambre.
- Biológicamente, el estrés puede desencadenar la liberación de cortisol, una hormona que aumenta el apetito y los antojos de alimentos azucarados y grasos.
- Los hábitos que formamos durante la infancia, a menudo sin saberlo, como ser recompensados con golosinas, pueden continuar cuando nos convertimos en adultos
Juntos, estos factores crean un ciclo en el que la comida se convierte en el principal mecanismo de afrontamiento de las emociones, lo que conduce a la alimentación emocional.
5 consejos para superar la alimentación emocional
Abordar la alimentación emocional suele implicar reconocer los desencadenantes emocionales, encontrar estrategias alternativas de afrontamiento y, a veces, buscar ayuda profesional para gestionar las emociones de un modo más saludable.
#nº 1 Identificar los desencadenantes
Cada persona tiene diferentes desencadenantes que pueden predisponerla a comer emocionalmente. Quizá sea una relación estresante, tu entorno laboral, ciertas interacciones con la gente o una dificultad económica. ¿No estás seguro de cuáles son los tuyos? Lleva un diario de alimentos para controlar lo que comes y cuándo. Anota cualquier emoción que estés experimentando en ese momento. Esto puede ayudarte a identificar patrones y desencadenantes de tu alimentación emocional.
#2 Encuentra alternativas
Una vez que identifiques los desencadenantes de tu alimentación emocional, puedes empezar a trabajar para sustituir la alimentación por mecanismos de afrontamiento más sanos en respuesta a ellos. Esto podría incluir actividades como dar un paseo, practicar ejercicios de respiración profunda, hablar con un amigo o dedicarte a una afición que te guste.
#3 Practica la alimentación consciente
Alimentación consciente consiste en aumentar la conciencia de tu comida y de tu cuerpo mientras comes. Esto requiere práctica, ya que la norma cultural es distraernos mientras comemos (o hablamos por teléfono, paseamos por la oficina, conducimos nuestros coches, etc.). Presta atención a tus hábitos alimentarios y escucha a tu cuerpo. Come despacio, saborea cada bocado y detente cuando te sientas lleno. Incluso puedes probar a colocar el tenedor sobre la mesa entre bocado y bocado. Esto te ayuda a distinguir entre el hambre física y los antojos emocionales.
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#4 Gestionar el estrés
La gestión del estrés es una práctica estupenda, independientemente de si estás luchando contra la alimentación emocional. Desarrolla técnicas de control del estrés como el yoga, la meditación, dar paseos por la naturaleza, escuchar música tranquilizadora o hacer trabajos artísticos que te gusten. Reducir el estrés puede disminuir la necesidad de recurrir a la comida en busca de consuelo y es bueno para tu bienestar general.
#5 Busca apoyo
Nunca estuvimos hechos para hacerlo todo solos, sobre todo cuando se trata de cosas que perturban nuestra salud mental y nuestra calidad de vida. No dudes en buscar apoyo en un terapeuta, un grupo de apoyo o un dietista especializado en alimentación emocional. La orientación profesional puede proporcionarte estrategias y apoyo personalizados para ayudarte a gestionar tus emociones y hábitos alimentarios de forma eficaz.
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El resultado final
Todos hemos incurrido en alguna forma de alimentación emocional en un momento u otro. Es normal encontrar cierto consuelo en la comida, ya sea tristeza, enfado, soledad, aburrimiento o incluso celebración. Si comer emocionalmente te parece un hábito que se ha descontrolado, considera cómo puedes poner en práctica algunos de los consejos anteriores.